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domingo, 26 de febrero de 2012

Mi amor de una noche.

Y yo estaba amando mientras buscaba su pelo de marfil
y su sombra entre el aire y la música.

Yo estaba amando mientras buscaba sus piernas verticales
y sus pechos entre la multitud.


La vi pasar fugaz, bailando
y bailando mi mente fugaz en sus brazos se recostaba.

Como un sueño que tan pronto aparece se va
y desaparece entre mujeres y el gentío.

Pero yo la quiero a ella.
Añoro su primera imagen en mi y su velocidad
de reina en mi trono.

Por eso la busco como un lobo,
persiguiendo un halcón que vuela arriba
mientras yo corro entre precipicios abajo.

Ella no sabe que la vi, ni que la busco
ni que la amo.

No la veo, ni la encuentro y todo se hace más grande.
Todo son precipicios en el camino.

Hasta que en las escaleras con los tacones en mano
y una media con carreras
la encuentro sentada tan débil y tan humana,
más sapo que halcón.

Me mira y no baja de las alturas
y yo como lobo no llego a sus mil metros de cielo
a su viento ni a su nube ni a su cima.

Si ella no baja yo no llego
y si no llego  muero,
al menos esa noche,
que como si fuera la vida
y como en todas las cosas
amé buscando mi amor.

Es por eso que el amor de halcón y de lobo
no pertenece más que al hueco que separa los mil metros
al deseo del lobo de ser halcón y el del halcón de ser lobo.

Y así todas las noches el lobo descansa pensandose muerto
hasta el próximo vuelo de halcón
hasta la próxima mujer de piernas verticales
de la que yo crea ser su lobo...

Y así todas las noches me despido con un quejido
mañana viejo,
hoy poesia.

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