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lunes, 6 de febrero de 2012

Caperucita roja contado por Platón

Creo estar preparado para lo que me preguntas.
Pues bien, tal y como me lo contó caperucita te relataré lo que según ella aconteció.
Caperucita dice haber salido muy temprano, antes de que Helios alce la vista.
Según me contó, salió temerosa de la observancia del bosque, enviada  por su madre a llevar dulces y demás adulaciones del cuerpo tal y como los sofistas mandan a sus discípulos en busca del placer en el decir sin el saber.
-Según me cuentas Platón era Caperucita un virtuosa, pues es virtud el obedecer las ordenes de Eros sin miras al bien propio sino al de los demás.-
-No te equivocas Guido al decir que es virtuosa, pero confundes la virtud. Esta no consiste en obedecer a Eros sin pensar en el bien propio sino en obedecer a la razón. Eros no es sino el alma concupiscible, pero no es su madre está sino el alma racional y como sabes tú es virtud obedecer a la razón.-
-Bueno prosigue Platón contandome el relato  que dices  te contó Caperucita con gran vehemencia.-
-Caperucita según me contó encontró en el camino a un lobo terrible.-
-¿Te refieres a una gran ferocidad? ¿ Más incluso que dejarse arrastrar por las pasiones?-
-Más o menos Guido pues hay en el lobo la misma cosa que en la opinión pues engaña con gran docilidad a las almas más preparadas que dicen saberlo todo, y que se prestan a la omnipotencia a cambio del precio de la vacuidad.-
-Creo si no me equivoco Platón que hablas de aquellos cuya opinión ciega el alma y el verdadero saber, pues es el saber una ciencia objetiva de la cual el alma se alimenta. Tengo ahora la intución vacua de que el lobo engañará pues a la jovencita según me decís pues ella es todavía inocente y no conoce las intenciones del lobo, pues no conoce que es el lobo.-
-Hablas bien Guido cuando dices que no conoce que es el lobo. Pues si no se conoce lo que es tampoco puede deducirse lo que no es. -
-Así, ella cegada por la opinión, alimentada de lo sensible de aquello que está sujeto a devenir cree conocer la verdad del lobo, cree conocer al lobo conducida por la apariencia y la sonrisa burlona de este, que no sabe, puede tornarse en terrible ferocidad, pues si conociera de verdad al lobo no sabría que la sonrisa y todo aquello que aparece no es más que un engaño del alma.-
-¿Es por eso que Caperucita es engañada?-
-Cierto es que es engañada, pero no por lo aparente sino porque el lobo conoce mejor que ella que es lo que gusta y no gusta a las jóvenes muchachas.-
-Dices entonces Platón que el lobo es como tu dices un engañador del alma y un adulador de jovencitas, hablas pues del sofista.-
-Así es-
¿Y cuéntame Platón en que consistía el engaño?, pues estoy deseoso de conocer la deriva del barco que me muestras.
-Calma Guido, es virtud del sabio esperar el saber más que la velocidad de lo que aparece como sabiduria y no es más que engaño y simulacro del verdadero techné.-
-El engaño es si no me equivoco según contó caperucita un engaño del alma misma.
El lobo dice caperucita, la adula con una carrera, pues es sabido que de todo hombre pobre de espiritú es querido el ganar más que ninguna otra cosa en el mundo incluso más que el saber.
Pero fíjate bien lo que te digo Guido pues es bien conocido que el lobo conoce los caminos y es por eso que engaña a caperucita, pues fíjate bien que no es la sabiduría de por sí una virtud del alma pues se puede tornar engañadora y turbada.
No es por tanto Guido, condición necesaria y suficiente la sabiduría como afirmaba Socrates, pues es necesario que el bien ilumine el saber.
-¿Me dices entonces Platón, que el verdadero saber es el saber iluminado por el bien? Pero no dice Socrates que es el saber condición necesaria del bien, creo saber, sin ser inoportuno que el saber lo constituye el bien. Entonces ¿puede haber saber fuera del bien?.-
-Puede haber apariencia de saber, y no todo el saber es uno sino que hay intermedios, por lo que se puede decir que saber es más en unos que en otros a pesar de no tratarse de un verdadero conocimiento, el conocimiento de bien. Es por eso que el lobo conoce más que caperucita y la puede engañar, pues el saber que no es Bien puede utilizarse para el mal como tu bien sabes. Pero este saber no constituye un verdadero saber sino un simulacro, pero no puede haber un sabio que se contente con esto pues no constituye el verdadero saber que es el conocimiento del Bien.
Pero si hay gentes que se contentan con este saber que es vacuo del que se ocupan los sofistas y demás gentes de alma sucia como tu bien conoces.
Es el lobo un engañador de jovenes muchachas que aprovecha su saber para el engaño y no para el bien, pues sabiendo un poco más puede engañar y mentir tan solo por el propio placer y no por el bien común como ha de ser.
Esto es como dice Calicles el verdadero ser del hombre, hacer lo que sea mejor para cada uno según la naturaleza, por eso he dicho antes que el lobo es un sofista pues como Calicles cree,  el hombre ha de buscar el placer y no el saber.-

-Me parece interesante lo que cuentas Platón pero dime ahora como acaba pues como tú yo no soy maestro en virtud y no tengo tanta paciencia aunque según dices he de aprenderla, pues el saber rapido igual que el amor rapido como dice Pausanias no es cosa de virtuosos sino de animales.-

-He de alegrarme de que tú, Guido aprendas las cosas que yo te digo.
Pues bien, Guido al final llegó después caperucita incitada por el engaño del alma y la apariencia.
Cuando llegó, curioso lo que voy a contar pues demuestra cuanto he dicho en este mi discurso. Pues escucha bien, el lobo estaba ahora tumbado sobre la cama con la ropa de la abuela.
Caperucita no se dejó llevar por la apariencia, por lo que aparece, como hemos dicho antes sino que se dió cuenta del engaño pues no solo miró lo que aparecía, las sombras, sino un poco más allá, pues conociendo lo que su abuela era también podía conocer lo que no era y no caer en engaño.
Pues es el saber, amigo, el único capaz de desengañar al alma.
Pongamos, Guido, una hipótesis, aunque sabes bien que yo no soy un hombre de hipótesis puesto que constituyen un saber vació aunque más diestro que el saber de la apariencia.
Un saber tal como las matematicas, la geometría y de las cosas de las que yo soy maestro en virtud.
Pues bien imagina, bajemos ahora a las profundidades más oscuras de la caverna donde todo son sombras,
imagina como digo que Caperucita no conociera a su abuela, pues tampoco sabría lo que no es y no se hubiera dado cuenta de que no era su abuela sino el lobo el que estaba tumbado en la cama.-

-Te refieres Platón si no me equivoco al recuerdo.-

-Exacto Guido pues el saber es recuerdo, el saber constituye recordar aquello que antes conocíamos del mundo sensible, relacionar uno con otro.

-Proseguiré con la historia puesto que mi buen amigo Guido he de marchar temprano a una cena en casa de Agatón.
Fijate pues que el lobo igual que el que tiene un saber aparente, es debil por lo que te voy a contar.
El lobo llenó de ira y dejándose llevar por sus deseos y pasiones por el alma concupiscible saltó sobre Caperucita. Es por culpa de su saber débil y aparente por lo que, tras darse cuenta de que no sabe y que Caperucita se ha dado cuenta del engaño, salta sobre ella llevado por sus pasiones, pues es típico del hombre débil dejarse llevar por sus deseos, creyendo que es fuerte por hacer lo que dice la naturaleza.
Es este el motivo por el cual los sofistas sienten tanto dolor cuando se dan cuenta de que no tienen razón, porque se dan cuenta de que lo que ellos dicen no constituye un verdadero saber un verdadero techné.
Es justo en este momento y con el lobo enrabietado a punto de lanzarse contra su presa y cuando se da cuenta de que su saber no era suficiente cuando el cazador, al cual tu bien conoces, aprovechando el estado de debilidad, saca a la abuelita del interior del lobo.
Te refieres sino me equivoco al saber y a Sócrates ¿no?
Veo Guido que has entendido en que consiste lo que te cuento.
Ahora me despido puesto que me queda un largo camino hasta la casa de Agatón.
Ah y una cosa más Guido, el final del cuento dice; "Y fueron felices y comieron perdices"
Eso no tiene explicación niguna, pero siempre lo dicen, nosotros bebemos vino, ellos comen perdices.
FIN

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